En KCD II se mantiene el uso de armaduras por capas y se amplió el inventario de armas para añadir al realismo medieval. Usar una cota de malla delgada no protege de la misma forma que una armadura completa. Emplear una espada contra un rival con armadura será siempre menos efectivo que utilizar un mazo y abollar poco a poco esa protección. Pero que no quede duda: pelear en la Edad Media requiere inteligencia, habilidad, el uso correcto de las armas y aprender las técnicas necesarias para las que Warhorse volvió a contratar a especialistas e historiadores para acercarse los más posible a la realidad. Además de las espadas, mazos, hachas y demás instrumentos de muerte, Warhorse añadió ballestas al arsenal y rudimentarias armas de fuego, escasamente empleadas en el periodo en el que se desarrolla la historia, pero que comenzaban a ocupar espacios en las batallas.

(Cortesía: Plaion)
Henry retiene varias de las características y habilidades aprendidas en la primera entrega del juego. No se empieza de cero, pero el camino se mantiene largo para ser un auténtico caballero triunfador en el Sacro Imperio Romano. El inventario y otras interfaces fueron mejoradas sustancialmente, aunque siguen con un parecido importante con el que los veteranos de KCD se sentirán cómodos desde el inicio.
La música, a cargo del compositor checo Jan Valta, repite como otra de las coronas del juego: una mezcla de sonidos medievales de Bohemia, que mezcla tonos populares con una orquesta que hace de cada batalla y cada recorrido por los bosques una experiencia inmersiva. Hay películas históricas que envidiarán la mezcla de sonidos y el realismo en la defensa de un pequeño castillo; aquí no hay héroes acabando con ejércitos enteros o dragones al rescate, en este universo hiper realista se defiende tirando piedras a los enemigos desde los muros y derribando las escaleras por las que suben. Realismo, nuevamente, como principio de todo.
Dan Vávra, el director del juego, ha dicho en entrevistas que la intención de la segunda entrega era mantener la fidelidad que hizo que millones se enamoraran de un personaje tan común en un entorno tan hermoso como es el Paraíso Checo, Kutná Hora o Sázava. Visualmente poderoso y sonoramente perfecto, KCD II es el ejemplo de la repetición de una fórmula exitosa con más recursos y mejor tecnología para enamorar a la audiencia.

Desde luego, no todo es perfecto, y KCD II adolece de pronto de misiones secundarias repetitivas y una larga lista de nombres, títulos nobiliarios y lugares que obligan al jugador a leer el códex de los menús para aprender un poco más de ellos. Hay sitios del mapa, más del doble de tamaño en esta segunda entrega que en la primera, que de pronto se sienten vacíos, aunque, de nuevo y por experiencia propia, los bosques checos siguen escasos de gente y Kutná Hora se mantiene como el corazón de una región que en la Edad Media proveyó a un imperio completo de plata y otros minerales.
Al final, KCD II está dirigido para apelar a una masa de jugadores más amplia, aunque los fans no sentirán ninguna traición. Henry y Hans son personajes entrañables inmersos en un mundo feudal hostil, complejo y donde las decisiones de un pequeño caballero poco o nada influyen en el desarrollo de una historia donde mandan reyes y nobles. Y eso es algo que hace de KCD II nuevamente una joya de los videojuegos: vivir el mundo que tocó habitar y hacer lo mejor que se pueda, nada más. Los fans de la saga seguro están ahora mismo explorando Kuttenberg, pero una nueva camada de jugadores se sentirá atraída por estos cambios visuales y una historia poderosa, solo se requiere paciencia y el premio, como en cualquier batalla, llegará con creces.