La otra cara del problema es el crimen profesionalizado. De acuerdo con Hugo Wegner, director de Akamai, también existen los ataques de extorsión cuádruple, una evolución del ransomware clásico que combina cifrado, robo de datos, ataques DDoS y presión sobre clientes o socios para maximizar el daño.
“Este enfoque convierte el ataque en una crisis empresarial, interrumpe operaciones, daña reputación y aumenta el escrutinio regulatorio”, señaló Wagner.
La popularización de modelos de lenguaje e IA generativa permite, además, que incluso delincuentes con poca experiencia ejecuten campañas avanzadas de ransomware.
Y mientras los ataques son más sofisticados, la defensa avanza más lento. Martinelli insiste en que el principal riesgo sigue siendo humano, pues el trabajo remoto evidenció la mala higiene digital, contraseñas repetidas y cultura corporativa débil.
“La inteligencia artificial no me preocupa tanto como el riesgo humano”, sentenció.
Akamai, por su parte, apunta a que la única estrategia viable es una defensa multicapa basada en Zero Trust, microsegmentación, copias offline, respuesta a incidentes y capacitación constante, incluso para empresas con presupuestos limitados.




